Miramos siempre desde el ojo de nuestra herida y eso encontramos y proyectamos.
Nunca es personal, pero la proyección es siempre más fácil que la asimilación.
La madurez emocional es comprender que nuestros disparadores, son puertas a nuestra sanción y que los disparadores de los otros son ventanas hacia sus experiencias pasadas y no ataques personales.
Hacernos cargo de nuestra propia sombra es llegar a un lugar sagrado, un santuario interior, un centro integrador.
Rechazar nuestra sombra es almacenar oscuridad.
El subconsciente es una fuerza energética brutal que buscará continuamente su expresión, ya sea de forma psicosomática, a través de enfermedades y síntomas, cambios de humor, accidentes inconscientes….
Decía Jung que si solo unos pocos integrarán su totalidad, el mundo se salvaría.
Nathalie Comas
Deja una respuesta